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El talento descarriado

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El talento descarriado
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ImageEl pasado 31 de agosto el Chelsea hacía pública la enésima cesión de un futbolista cuya errática carrera por los campos del mundo le tiene martirizado: “Gaël Kakuta jugará a préstamo en el Vitesse hasta el final de la temporada”, anunciaba la escueta nota.

 

 

   La Eredivisie es el nuevo hogar del que fuera considerado “niño prodigio” del fútbol francés, desde que comenzara a deslumbrar con su espectacular gama de fintas y regates siendo un crío. La fama internacional era fruto del impacto que procuraba con la zamarra bleu en los diferentes torneos internacionales de categorías inferiores. Aquel chico de baja estatura, eléctrico, provisto de una técnica fuera de lo común, y justiciero individual sobre el campo, acaparaba toda la atención. Muy por encima del resto de sus compañeros.

 

   Francia se proclamó campeona de Europa sub’19 el verano de 2010. El torneo se disputó en Normandía, al norte del país. La selección tricolor acudía al evento con un grupo de futbolistas interesantes, encabezados por el zurdo Kakuta. Oficiando como electrón libre sobre el campo, fue elegido mejor jugador del torneo, que finalmente se adjudicaron derrotando en la final a España (2-1).

 

   Al término del encuentro una instantánea quedaba registrada como simbólico cruce de caminos. Otro zurdo, incisivo, brillante también, pero mucho más colectivo, compartía alegría con el estandarte de aquella selección: era Antoine Griezmann, que recién había conseguido el ascenso a Primera con la Real. Aquella foto ilustraba dos trayectorias muy diferentes: el de la estrella precoz, siempre sujeta a las más grandes expectativas; y el crack emergente, que irrumpió sin avisar, con una hoja de ruta más consecuente.

Griezmann y Kakuta, compañeros ocasionales en la selección  francesa sub’21, siempre transitaron por vías distintas. A Gaël lo reclutaron cuando era un chiquillo, para engrosar el centro de formación del Lens, al norte del país. El Racing Club de Lens siempre fue un club familiar, con una afición apasionada, en constante crecimiento, que le llevó a conquistar la Liga francesa en 1998. Kakuta llegaría al club al año siguiente.

 

 

   El joven comenzó su formación con los Sang et Or, hasta que miembros de la federación lo seleccionaron para ser parte de la preformación, a la edad de 13 años, con vistas a desarrollar su talento bajo la supervisión de las instancias que proyectaban la formación hacia la excelencia. Durante la semana entrenaba en el centro federativo que operaba en su región, y los fines de semana se unía al Lens para jugar con sus compañeros.

 

   A Antoine, por el contrario, no lo supieron ver en Francia. Es poco común que un futbolista galo juegue en las selecciones inferiores sin haber pasado por un centro de formación local. ¿Cómo puede ser que nadie reparara en el talento de este chico? Se preguntan muchos. Las razones pueden ser múltiples. Desde los parámetros de selección hasta el propio desarrollo del futbolista. Nadie es infalible.

 

   Al hilo de los parámetros de detección, hubo en Francia un agrio debate hace varios meses en torno a unas palabras del antiguo seleccionador Laurent Blanc, que salieron a la luz sin el consentimiento del propio interesado, tras una reunión secreta con miembros de la Dirección Técnica Nacional (DTN). Blanc abogaba por variar los criterios de selección de los jóvenes valores, priorizando la técnica por encima de las virtudes físicas, tan en boga en los últimos años en los centros de formación franceses. Griezmann se apresuró a defender a Blanc, entendiendo que los parámetros físicos le habían perjudicado en su día a la hora de poder ingresar en un centro de formación futbolístico francés. Él se formó lejos de su casa, en la Real. Un equipo ideal para desarrollar el talento de forma pausada y natural.

 

   Cuando Kakuta y Griezmann coincidieron por primera vez en las categorías inferiores de la selección francesa, Gaël ya formaba parte de un universo estelar. Había sido contratado por el Chelsea a la edad de 16 años, después de mantener un desagradable litigio con el Lens. El futbolista atendió los cantos de sirena blues, para terminar marchándose a Londres, cuando sus derechos federativos pertenecían al Lens. Estalló entonces el llamado affaire Kakuta, que llevó el embrollo hasta la FIFA. En un principio, la Cámara de Resolución de Disputas del máximo organismo internacional determinó sancionar económica y deportivamente tanto al propio futbolista como al Chelsea; acusando al vigente campeón de Europa de “haber inducido al chaval a romper su contrato de forma unilateral”. El club londinense tendría prohibido acudir al mercado de fichajes en las dos siguientes fechas de apertura. El Chelsea quiso entonces arreglar el asunto de forma amistosa, llegando a un acuerdo con el club francés. Es por ello que en febrero de 2010, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) ratificó mediante el llamado “Adjudicación por consentimiento”, el trato alcanzado entre el Lens y el Chelsea.

 

   “Era demasiado joven. Le dijimos que tenía mucho tiempo por delante para dar el sato. Pero el Chelsea le sedujo”, son palabras de Joachim Marx, tutor de Kakuta en sus primeros años de formación. Palabras que toman sentido tras la errática y tortuosa trayectoria posterior del futbolista.

 

   El chico destacó por su destreza con la pelota en la Academia del Chelsea, siendo el máximo goleador de la categoría el primer año. El 21 de noviembre de 2009 debutaba en la Premier League, de la mano de Carlo Ancelotti. Fue en Stamford Bridge, ante el Wolverhampton Wanderers, en un partido que finalizó 4-0. Kakuta saltó al campo en el minuto 59, sustituyendo a Nicolas Anelka. Poco después se convertiría en el jugador del club más joven en debutar en la Champions League, a la edad de 18 años, marca que superó después el inglés Josh Mc Echran. Pero Gaël no terminó de despegar. Todo iba demasiado rápido para un futbolista que aún no estaba formado.

 

   Y comenzó el carrusel de idas y venidas. Primero fue cedido al Fulham (7 partidos), luego al Bolton (4 partidos), más tarde al Dijon, de la L1 francesa, (16 partidos). Cuando el pasado mes de enero se marchó a préstamo al conjunto borgoñés, el segundo entrenador del club Jérôme Monier señalaba lo siguiente: “Le faltaba un club de talla humana. El chico tiene un potencial enorme. Es de un perfil tipo Hazard. Su talento no ha podido evaporarse de repente”. Pero allí tampoco cuajó. Fue de más a menos, y el entrenador Patrice Carteron lo descartó para las últimas tres jornadas de liga. Otra vez vuelta al Chelsea, con el que tiene tres años más de contrato: hasta 2015.

 

   Gaël Kakuta, a sus 21 años, se dispone a comenzar su cuarto periplo como cedido en tres países diferentes. Holanda es una especie de foco alejado de la jungla futbolística, un lugar amable, donde las defensas no asustan. Allí quizá se sienta más cómodo un futbolista cuyo talento no termina de desarrollarse.

 

   Antoine Griezmann, con un plan de carrera inverso, ve el horizonte más claro, con visos de convertirse más pronto que tarde en internacional absoluto. Otros compañeros del 91, como Alexander Lacazette y Clément Grenier, van haciéndose sitio en el Lyon, con rutas bien estructuradas. El talento precoz y sus peligros.

 

 

 

 

                                                                                          Naxari Altuna (periodista)  Image  @naxaltuna



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