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El arte de fichar

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El arte de fichar
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McDonald MarigaHubo un tiempo en que se perdió de vista el camino por los imponderables del resultado. Siempre tuvieron un vivero prolífico pero, como ocurre en tantos ámbitos de la vida, el crédito de lo propio, muchas veces, lo da el fracaso de la apuesta por la creencia de que lo otro es mejor.

 

 

   La Real volvió al camino por el que siempre transitó, después de perderse en la jungla del fútbol: dinero, fichajes absurdos, ruina. Lo pagó muy caro: con un deterioro por el desatino constante que, en la práctica, desnaturalizó la propia esencia del club, hasta convertirlo en uno más en la desesperada carrera de gastar para sobrevivir.

 

   Hoy cuenta con diecisiete futbolistas nacidos de sus entrañas, con lo que ello significa en coherencia, identificación, cultura de club, valores y patrimonio. Con los fichajes se busca apuntalar la plantilla, aumentar la sana competencia, y, en muchos casos, complementar el aprendizaje de los canteranos rodeándolos de buenos futbolistas. Es el mejor camino para mejorar: rodearse de buenos futbolistas.

 

 

 

   Pero la Real lleva mucho tiempo equivocándose, de forma sistemática, en sus contrataciones. Cuando tenía dinero, cuando contaba con menos posibles, cuando apenas tenía y más tarde también, superada la Ley Concursal. Se podría tirar muy lejos para desempolvar la tétrica lista. Hasta hace poco sonaba con retintín aquello de: “¿Quién fichó a Demetradze?”. La respuesta de los implicados desembocaba en una decisión “consensuada y compartida”. Se llegaron a hacer chistes de aquello.

 

   La Real llevaba muchos años fichando en el mercado de invierno. La mayoría de las veces señal de que el asunto no iba demasiado allá. La pasada temporada contrataron a un defensa central, internacional noruego, procedente del Rosenborg: Vadim Demidov. A primera vista la tarjeta de presentación podía dar pie a presumir de haber fichado una ganga: venía de jugar en un equipo ganador –monarca absoluto del fútbol noruego-, había disputado la previa de la Champions League y más tarde jugaría la Europa League. Una adquisición que se ha ido diluyendo en el tiempo, hasta terminar con sus huesos en el banquillo.

 

   Este año, lejos de seguir con la costumbre de fichar en invierno, la Real se ha deshecho de dos de sus principales apuestas de los últimos veranos. Jeffrey Sarpong llegó en agosto de 2010 al conjunto txuri-urdin en propiedad, procedente del Ajax. En el ejercicio 2009/10 había jugado cedido en el NEC Nijmegen. En temporada y media como txuri-urdin ha disputado 19 partidos de Liga, la mayoría de ellos como suplente. Vino a dar picante a la banda derecha, velocidad y potencia; un recurso, más como revulsivo, a la hora de aportar cosas que no pudiera tener Xabi Prieto. Pero en la temporada más discreta del donostiarra, la actual, en la que es inquilino habitual del banquillo, Sarpong no ha jugado prácticamente nada. Acaba de marcharse a préstamo al NAC  Breda. Habrá que seguir su evolución.

 

   La otra salida es definitiva. El keniata McDonald Mariga se ha desvinculado de la Real, tras una primera vuelta calamitosa. Llegaba procedente del Inter de Milán, donde había tenido un papel residual, después de haber sido fichado del Parma. El aval del fichaje, desde diversos puntos, era que Jose Mourinho lo había contratado para el conjunto nerazzurro. Mariga  vinó en calidad de cedido, y cinco meses después parece que su salida es un alivio, por la cantidad que se ahorrará el club hasta final de la temporada. El rendimiento del futbolista ya fue analizado aquí como incomprensible, por cuestiones que nada tienen que ver con la adaptación o el propio contexto futbolístico. Sus lagunas tácticas eran demasiado evidentes, y quien lo definió como jugador de área a área quedó en evidencia. ¿Cuáles fueron las premisas de su fichaje? ¿En qué se basaron? ¿Cuántas veces lo vieron jugar in situ?

   La pasada semana el presidente Jokin Aperribay cargó sobre las espaldas del entrenador Philippe Montanier el fichaje de Mariga. Sólo hubo un matíz en su respuesta: “… el entrenador lo pidió desde el desconocimiento de la plantilla que tenía”, con lo cuál parecía eximir de cualquier responsabilidad al propio club. Al cierre del mercado, los medios de comunicación pidieron la comparecencia del director deportivo Lorenzo Juarros, pero el club remitió un breve mensaje en el que comunicaba la imposibilidad de dicho encuentro, porque el responsable técnico estaba de viaje por cuestiones profesionales. Pero para que los periodistas no se quedaran con el molde, la Real colgó en su web unas respuestas de Loren. Sólo se escuchan afirmaciones del director deportivo. Faltan las preguntas. Son las nuevas costumbres del fútbol.

 

   Fichar bien es muy difícil. Para fichar bien no basta con que un futbolista sea virtuoso, fuerte, que corra mucho… Tiene que vivir en un contexto particular, y la suma de todas las piezas será la resultante del equipo. ¿Con qué criterios se ficha? Acertar es complicado, pero el índice de errores de la Real es demasiado llamativo. Cuando tenía dinero, cuando contaba con menos posibles, cuando apenas tenía y más tarde también, superada la Ley Concursal. En los últimos tiempos jugadores como Necati, Boukary Dramé, Johnatan Estrada, Frank Songo’o, y los arriba comentados, se han sumado a una interminable lista de desatinos que trascienden la dificulad de fichar con propiedad. Algo que depende de muchos factores, pero los deslices son demasiado evidentes.

   La Real volvió a su ser, aunque Zubieta nunca se marchó. El cambio de percepción –positivamente- hacia los valores propios ha desembocado en un club más coherente con su filosofía, habiendo amarrado a los mejores mimbres de cara al futuro (aún falta alguno importante); y ese es el camino que dotará de mayor estabilidad al club. Principios claros: mérito indiscutible. Pero el club falla en el remate. Lo viene haciendo hace demasiado tiempo, con un coste elevado. Algo que lleva trazas de convertirse en un mal endémico. La gente ya no se pregunta: “¿Quién fichó a Demetradze?”.  Ahora suena: “¿Quién fichó a Mariga?”. Pero más profunda es la pregunta: “¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué?”. No hay respuestas… Por ahora.

 

   Hace diez años un técnico de Primera me hacía la siguiente reflexión: “La Real ha fichado un portero por 800 millones de pesetas. Sólo con plantearle algo así a nuestro presidente, estaríamos en la calle”. Cuando mucho y cuando menos, sigue siendo el talón de Aquiles del club txuri-urdin. Tiren de la lista.

 

 

 

                                                                             Naxari Altuna (periodista) naxari altuna  @naxaltuna



COMENTARIOS

Jau AtximPUM!
03/02/12 06:24PM

Enorme análisis una vez más.



Rolon
02/02/12 07:12PM

Fomenten las inferiores. En Argentina nos quitan los pibes de juveniles. Disfrútenlos. Dale Boca!!!


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