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Oh, Flor de Escocia

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Oh, Flor de Escocia
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  Domingo. Llueve de forma pertinaz. Los ventanales desprenden nostalgia; con el fondo gris, como si quisiera difuminar el presente, para adentrarse en la melancolía. Llora la flor de Escocia, con la misma fe de sus grandes días, cuando batía líneas por clase y condición. Terror de ingleses con ansias de conquista; maestros de fútbol.

   Los escoceses alardean con orgullo que ellos enseñaron a los ingleses a jugar al fútbol. Alguien les tuvo que agudizar el ingenio. Ahora, Escocia pena en el olvido. Oh, Flor de Escocia…

 

  

   El primer nombre que me viene a la memoria es el de Jock Stein (murió en 1985, siendo seleccionador de Escocia, en pleno partido contra Gales en Cardiff). Luego afloran el Celtic de Glasgow, Kenny Dalglish y muchos nombres propios. La flor que me sugiere el fútbol es Escocia, con aire de gaita y estruendo coral. Scottish, etiqueta negra.

   Escocia le dio la primera Copa de Europa al fútbol británico en 1967, de la mano del mítico Jock Stein en el banquillo. Once intrépidos futbolistas, nacidos todos ellos en la oscura y entrañable ciudad de Glasgow, elevaron la bandera del trébol a lo más alto del cielo de Lisboa. Noquearon al Inter de Milán, bicampeón europeo con Helenio Herrera. Un extremo izquierda diminuto y pelirrojo, de nombre genuino, Jimmy Johnstone, se deslizó por la línea de cal con el mismo desparpajo y naturalidad que muestra una ardilla en las campiñas del norte. Sonó la mandolina; sonaron la flauta y el pequeño tambor con piel de balón. El fútbol es capaz de contar historias imposibles.

  

   El Manchester United conquistó la primera Copa de Europa para Inglaterra un año después. Lo hizo de la mano de un técnico que forjó las bases de una leyenda. Era Matt Busby, ni más ni menos. El hombre que hizo renacer de las cenizas a los red devils, tras la tragedia aérea de Munich en 1958. Sir Matt Busby también era escocés. Lanzó a su compatriota Denis Law a la consecución del Balón de Oro en 1964.

   El Liverpool era un equipo decorativo hasta que llegó Bill Shankly, otro escocés imprescindible. He made people happy (él hizo feliz a la gente), reza en su estatua, a la entrada de Anfield. Queda todo dicho. Comenzó a construir la leyenda de los reds, estableciendo los valores que han hecho eterno al viejo equipo de la ciudad portuaria. Viajar por las entrañas del vetusto estadio del Liverpool, adentrarse en su pequeño vestuario (lo mandó diseñar así Shankly para que los futbolistas estuvieran más cerca, más unidos. Para sentir el aliento del compañero y evitar el desaliento); pasar bajo la leyenda This is Anfield, remontar las escaleras, para luego desembocar en el césped, te retrotrae en el tiempo.

   La retrospectiva nos permite visualizar al divino siete. Mucho antes que CR7, hubo un futbolista de marca registrada, que desprendía un aroma fresco, procedente de las verdes praderas de Escocia: Kenny Dalglish. Sólo él podía paliar la pérdida de Kevin Keegan.

   Dalglish ganó la Copa de Europa, marcó goles de ensueño, jugó y dirigió al mismo tiempo al Liverpool, después de la tragedia de Heysel. Eso ocurrió antes del nacimiento de la Premier League. Le acompañaron en la aventura escoceses ilustres como Graeme Souness, Alan Hansen, Steve Nicol, Gary Gillespie… Dalglish y Souness, junto a Alan Rough, Bruce Rioch, Lou Macari, Archie Gemmil, Joe Jordan, etc. hicieron soñar a la Tartan Army (apodo de la afición escocesa) con poder ganar el Mundial de Argentina en 1978. Fue una época gloriosa. Más tarde se sumaron Jim Leighton, John Wark, Gordon Stratchan, Steve Archibald

 

   Han pasado los años y el fútbol moderno les ha relegado. Los pequeños campos llenos de musgo fosilizado evocan recuerdos de conquistas evaporadas en el tiempo. Pero existieron. Fueron reales. La memoria, tan selectiva a veces, guarda un lugar preferencial para los Scottish. Para aquel gran Celtic, para el Rangers campeón de la Recopa (la eterna rivalidad entre católicos y protestantes); el recordado triunfo del Aberdeen en la Recopa de 1983 ante el Real Madrid, de la mano de Alex Ferguson, con el célebre Gordon Strachan sobre el campo; la irrupción del Dundee Utd. en la final de la UEFA de 1987 ante el Göteborg, con el peculiar extremo Paul Sturrock.

 

   Dos décadas largas después, el fútbol escocés se encuentra en las antípodas de su glorioso pasado. Celtic Park sigue conmoviendo, siempre repleto de gente, lleno de esa mística que le hace diferente. Pero el Celtic a duras penas puede competir para entrar en la fase de grupos de la Liga de Campeones. El Sporting de Braga le superó con suma facilidad en las eliminatorias previas. El Rangers, por el contrario, sí está, pero sus resultados se contradicen con el pobre contenido que presenta. Ibrox Park es capaz de crear una atmósfera imponente, pero los hinchas no juegan. Ahora, Sir Alex Ferguson, en el Manchester United, es el máximo estandarte del rugoso balompié escocés, con sus 45 títulos como mánager de los diablos rojos desde 1986. Fue ayudante de Jock Stein en la selección escocesa y es el garante del legado de Matt Busby en el Manchester United. El club mancuniano tiene claro acento escocés.

 

   Estos días se oirá hablar mucho de Escocia. Del mítico Hampden Park. De su fútbol caduco y devencijado. Pero la memoria es un tesoro, y la Flor de Escocia, reliquia. Su letra y esencia siguen conmoviendo.

 

 

    OH, Flor de Escocia

 

Oh, Flor de Escocia,
cuándo volveremos a ver,
a tus semejantes otra vez,
que lucharon y murieron por
tu pequeña colina y valle,
y resistieron contra él,
el orgulloso ejército de Eduardo,
Y lo enviaron a casa,
a pensárselo de nuevo.

Las montañas están vacias ahora,
y las hojas de otoño
caen espesas y quietas.
Nuestra tierra que está perdida ahora,
que aquéllos fieramente defendieron,
y resistieron contra él,
el orgulloso ejército de Eduardo,
Y lo enviaron a casa,
a pensárselo de nuevo.

Esos días han pasado ahora,
y en el pasado
deben permanecer,
Pero todavía podemos resurgir,
y ser la nación una vez más,
que resistó contra él,
el orgulloso ejército de Edward,
Y lo envió a casa,
a pensárselo de nuevo.

Oh, Flor de Escocia,
cuándo volveremos a ver,
a tus semejantes otra vez,
que lucharon y murieron por,
tu pequeña colina y valle,
y resistieron contra él,
el orgulloso ejército de Edward,
Y lo enviaron a casa,
a pensárselo de nuevo.

 

 

   (Flower of  Scotland es el himno oficial de la selección escocesa desde 1997).

 

 

                                                                                                                                     Naxari Altuna (periodista)naxari altuna



COMENTARIOS

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13/10/10 10:51PM

impresionante, como siempre


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