Un gol sideral de Iñigo Martínez en el Benito Villamarín aparcó la destitución del entrenador, Philippe Montanier: la apuesta estructural del club, que implicaba un cambio de estilo y metodología en el trabajo diario. Salvado el match-ball ante el Betis, la Real encadenó siete jornadas sin perder en Liga hasta la apabullante derrota del pasado sábado contra el Atlético en Anoeta; trayectoria sólo empañada por el enorme borrón copero de Mallorca. Cuatro días después del descalabro ante el conjunto bermellón, el conjunto txuri-urdin ganó en Mestalla, algo que respaldaba la buena trayectoria de resultados en el campeonato de la regularidad.
Cuando se habla de la vigencia de un entrenador, el parámetro de medición suele ser el resultado, los resultados. Es lo evidente. Pero los dígitos son la consecuencia. Y, en el caso de la Real, el trámite para cosechar los resultados emitía señales positivas. Todo a partir de un reajuste en la medular (a pesar de la lesión de Asier Illarramendi), con la recuperación de Gorka Elustondo como mediocentro, el inestimable apoyo del capitán Mikel Aranburu (el futbolista más clarividente de la plantilla), y el trabajo del siempre intenso David Zurutuza. El equipo comenzaba a mostrar síntomas de equilibrio, con las bandas afiladas por mediación de Antoine Griezmann y Carlos Vela (ambos zurdos); para rematar el frente ofensivo con el móvil y participativo Imanol Agirretxe.
Ante Osasuna la Real jugó muy bien, refrendando sus buenas actuaciones coperas como local ante el Granada y el Mallorca. Sólo faltó el gol. El juego desplegado, en línea constante y al alza, invitaba al optimismo. Ya no se hablaba de ultimatums. El ambiente rezumaba tranquilidad, a pesar de la cercanía de los puestos de descenso. Los goles tenían que llegar, siempre como consecuencia.
Antes del encuentro ante Osasuna y, posteriormente al mismo, la Real dio dos pasos en falso que le impulsaron al agujero negro de la desconfianza: fueron las comentadas derrotas coperas en Granada y Mallorca. En ambos casos, Philippe Montanier se empecinó en cambiar la composición del conglomerado que, después una ardua búsqueda, había otorgado sensatez al equipo. En Los Cármenes mandó un doble mensaje, al rival y a su propio equipo, al alinear juntos en el centro del campo a Vadim Demidov y McDonald Mariga. Sólo las circunstancias facilitaron el pase de la Real a octavos, que contaba un 4-1 favorable del partido de ida en Anoeta. En Mallorca la alineación fue más coherente, pero volvió a modificar el eje que facilitaba el tan complicado equilibrio y armonía al equipo. En esta ocasión, la Real partía con un 2-0 favorable de la ida, y un acumulado de 3-0 en el arranque del partido; pero en un lapsus descomunal de siete minutos encajó cuatro goles, y dos más en los primeros compases de la reanudación, que dejaron a toda la familia txuri-urdin “en estado de shock”. Ya no había posibilidades de medirse al Athletic en cuartos, y, lo más preocupante: las consecuencias anímicas eran imprevisibles. Uno difícilmente recuerda reacciones tan doloridas por parte de la prensa y la afición a resultas de un desaguisado.
Terminado el partido en el antiguo Son-Moix, el director deportivo Lorenzo Juarros bajó al vestuario encendido. Con el entrenador Philippe Montanier a un lado, descargó su decepción sobre la plantilla, escupiendo con vehemencia la tremenda decepción que suponía aquel golpe inexplicable. Posteriormente, el entrenador hablaba de “falta de profesionalidad” en la rueda de prensa, palabras que endulzaría días más tarde. Primera reflexión: ¿Tras la lectura de cartilla en caliente del director deportivo, dónde queda la autoridad del entrenador?
Cuatro días después, en Mestalla, la Real se mostró compacta, ante un desacertado Valencia en el juego. Un gol de Griezmann impulsó el ánimo de los futbolistas y alivió a la hinchada. Las imágenes del final del partido, con los jugadores abrazados en una piña, reflejaban el estado de ánimo: liberación y golpe de confianza. Pero, ante el Atlético, el equipo salió muy golpeado, sin reacción, contra un rival tremendamente agresivo, como una manada de lobos ambrientos, que se hizo insuperable por oficio, empaque, espíritu y pegada. Philippe Montanier no puso peros a la derrota: “hemos jugado muy mal”.
Antes del encuentro ante los colchoneros había expectación por conocer la reacción de la hinchada con respecto al fiasco de Mallorca. La victoria de Mestalla no había aplacado los ánimos: deserción testimonial/momentánea de una parte de las fuerzas vivas en señal de protesta, y pitada manifiesta en el momento de saltar al campo. Al final, primera derrota en los últimos siete partidos de Liga, sin mostrar oposición; y otra vez comentarios, dudas, reproches…
Dependiendo del resultado y la forma todo marcha bien o se pone en solfa. Balance de la primera vuelta: valoración agridulce y poca fiabilidad, por irregularidad. Dependiendo del rendimiento puntual se habla de equipo competitivo, reacción de carácter… Y, de repente, ante una derrota deformada se evoca a entrenadores del perfil de Diego Simeone; alguien que transmita la famosa grinta,que dirían en Italia.
La Real ha vuelto a los orígenes que la hicieron grande y diferente. Con todas las consecuencias. Amen del FC Barcelona y Athletic (ambos con sus matices), no existe otro equipo en el fútbol de élite que junte a tantos canteranos en el once inicial. Y contabilizando la plantilla , la Real estaría a la cabeza, con diecisiete futbolistas criados en Zubieta: el mejor patrimonio, por lo que supone en identificación, valores, raíces y rentabilidad. Así fue campeona la Real, ejemplo para el fútbol, que los nuevos tiempos desvirtuaron, hasta volver a su ser. Y en esas, el desarrollo requiere de paciencia, sentido común y exigencia. Con dichas premisas, ¿Es saludable dudar de todo en función del resultado o la sensación del equipo?
Tras tres años de purgatorio deportivo y estructural en Segunda, el club volvió a la máxima categoría con un respaldo popular encomiable, y las telarañas han ido remitiendo. La apuesta por la cantera se ha visto respaldada con las renovaciones de jugadores importantes (sólo resta extender los contratos de Mikel Aranburu y David Zurutuza). Una garantía de futuro. Pero en este camino hay circunstancias que chirrían.
Zubieta está aportando centrocampistas variados e interesantes que armarán la medular del futuro. Dar otra forma a la evolución del juego fue el principal pretexto para romper la vinculación contractual de Martín Lasarte. A los centrocampistas canteranos de la primera plantilla se iban a unir Illarramendiy Rubén Pardo con miras al futuro; otros, como Javi Ros, progresan en el filial. La recuperación de Gorka Elustondo ha sido una de las gratas noticias en los últimos meses, y su inclusión en el once mejora la salud del juego: un jugador dotado para el inicio de la jugada; distribuidor con llegada por sorpresa al área contraria. Esas condiciones llevan consigo un concepto manido en Inglaterra: box to box (área a área) le dicen. La Real fichó el pasado verano, al filo de la campana, a McDonald Mariga, catalogado por el director deportivo del club como un jugador de esas características. Una contratación pomposa, por apuesta, procedencia y coste. Llegaba cedido del Inter de Milán. Su principal aval era que Jose Mourinho lo había fichado del Parma para el conjunto nerazzurro. En el Inter apenas se prodigó, y su referencia más válida se circunscribía al conjunto parmesano. Un fichaje que se ha mostrado errático, por cuanto que en ningún momento ha acreditado las condiciones expuestas, porque sencillamente no se sostienen por rendimiento. Para esa posición intentaron fichar, con anterioridad, al colombiano del Hércules Abel Aguilar, al malí -entonces de la Juventus- Mohmo Sissoko, y al ghanés del Inter Sulley Muntari.
El desconcertante rendimiento de Mariga ha colocado al jugador keniata en la misma puerta de salida. Ayer, el presidente de la Real, Jokin Aperribay, en una extensa entrevista al diario Marca, sorprendía con la siguiente afirmación: “Es un jugador que se amoldaba a lo que queríamos según los informes que nos llegaron, que eran extraordinarios. Lo pidió el entrenador, pero hay que decir que lo pidió desde el desconocimiento de la plantilla que tenía. No ha dado el resultado que se esperaba y hay equipos que se han interesado por él…”. ¡¡¡Lo pidió desde el desconocimiento de la plantilla que tenía!!! ¿Dónde queda el criterio? La responsabilidad? Y la falta de elegancia, añadiría, a la hora de cargar el mochuelo al entrenador. ¿No será que ficharon un cromo (acepción que se aplica al fichaje con coartadas como equipo de procedencia, internacionalidad, etc.)?
El presidente se ha explayado con frases de trazo grueso. “El Athletic ahora mismo está un peldaño por encima en lo que es la construcción de un equipo, pero no en calidad. Con el máximo de los respetos creo que en la Real Sociedad se está fraguando un equipo que va a tener más calidad que el actual Athletic. Esta generación me recuerda a la del equipo campeón de los 80”. ¿Por qué esa fijación con el Athletic? El conjunto rojiblanco cuenta, entre otros, con dos campeones del Mundo (Javi Martínez y Fernando Llorente) con muchos años de carrera por delante; y tiene cuatro campeones de Europa sub’21 (Mikel San José, Javi Martínez, Ander Herrera e Iker Muniain). Algo a tener en cuenta. Por otra parte, la generación de los ochenta de la Real son palabras mayores. Algo incomparable, partiendo desde el propio contexto competitivo. Eran otros tiempos, otra legislación, otro espíritu de futbolista... Jesús Mari Zamora comentaba un día que entonces se juntaron “una serie de personalidades muy fuertes y definidas que formaron un gran equipo. Comenzando desde el presidente José Luis Orbegozo”. El exfutbolista, antiguo directivo y actual presidente de la Asociación de Veteranos José Mari Castivia decía que “cuando el presidente iba a Madrid todo el mundo se ponía firme”. Entonces la Real tenía mucho vuelo, en el campo y fuera del mismo.
Aunque la comparación no proceda, el optimismo de Jokin Aperribay tiene fundamento en lo referente a las bondades de la cantera, pero el aprendizaje y el camino estarán repletos de altibajos. “No hay ninguna intención de cambiar de técnico en este proyecto”, sentencia. Pero los mensajes que se han ido emitiendo desde el club durante el trayecto, y subrayados con letra impresa, no desprenden una confianza total. “Debe mejorar la gestión de los partidos”, dijo Aperribay tras el rocambolesco triunfo en el Benito Villamarín; y la afirmación de que el entrenador pidió el fichaje de Mariga sin conocer la plantilla, deja un poso de desconcierto.
Siempre que se habla en términos de formación el discurso se limita a los futbolistas. Formar y promocionar entrenadores con una sensibilidad de juego que distinga al club sería una manera de evitar experimentos y cambios constantes de modelo en función del entrenador de turno. Entre otros contrasentidos no cabría aquello de: “… pidió al jugador desde el desconocimiento de la plantilla que tenía”.
Si la Real le gana al Sporting volverá el estado de stand-by; si lo hace de forma convincente, los argumentos para la confianza se reforzarán; pero si el resultado no es el óptimo, dependiendo de las formas, sobrevolará el runrruneo. Antes del partido ante los asturianos ya se anuncia preocupación por la escasez de goles. ¿Problema de delanteros? Agirretxe está rindiendo a buen nivel; Diego Ifrán aporta cosas diferentes; Carlos Vela pisa área, pero debiera tener una mayor producción goleadora (aunque no es un finalizador específico)... Desde la segunda línea se echan en falta más goles: Zurutuza, Griezmann, Xabi Prieto, Aranburu, Elustondo… Y la gran pregunta es, ¿Cuál es la situación de Joseba Llorente? Muy mal tiene que andar para estar prácticamente inédito y no ir convocado en la mayoría de los últimos partidos. Es muy significativo que el club se esté planteando fichar un punta.
La responsabilidad del gol es colectiva, como lo es cuando se habla en términos defensivos. Con la premura de tiempo y las oscilaciones de los biorritmos, ¿Dependerá todo del próximo resultado? Camino se hace al andar; habrá zonas pedregosas, pero la determinación de los pasos es primordial.
Naxari Altuna (periodista) @naxaltuna
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