De forma breve pero intensa. Hasta el punto de otorgarle rango de eminencia. Porque Raúl hizo un punto y seguido tras abandonar el Real Madrid. Siguió compitiendo con los mismos argumentos en otro contexto muy diferente, para convertirse en el indiscutible líder de forma natural. “Señor Raúl”, le cantan desde el graderío. Y podría sonar, tranquilamente, El anillo del nibelungo (opera épica de Richard Wagner), en la celebración de cada tanto del siete azul.
El fichaje de Huntelaar le vino de perlas para poder desplegar con más desahogo su registro de futbolista, y llegar a jugar hasta de mediocentro organizador. Su actuación en la eliminatoria de la Europa League ante el Athletic resultó portentosa.
Heredó el número de Butragueño en el Madrid, figura que anteriormente portaron Juanito y Amancio, entre otros. Casi nada. Diecisiete años después de su estreno con el conjunto blanco, la zamarra con el siete de Gelsenkirchen colgará del anillo del nibelungo.
Naxari Altuna (periodista) @naxaltuna