España defiende título, como monarca mundial. Es tiempo de reválida para los hispanos. Los rivales le conocen, le temen pero ya piensan en la manera de pararle.
Todo el mundo apunta a una final entre España y Alemania. Tienen los mejores mimbres, conforman un EQUIPO con talento a raudales. Alemania quiere volver a gobernar: como en el 72, 80 y 96: Beckenbauer, Schuster y Sammer. Ahora es tiempo de Özil, Müller y Götze. Un duelo muy esperado, tras la final de la Euro 2008 y la semifinal de Sudáfrica 2010. Se espera la irrupción de Marco Reus, atacante del Borussia Mönchengladbach. España y Alemania abren el abanico de favoritos.
Al equipo de Vicente Del Bosque le toca arrancar contra Italia. Con Cesare Prandelli,los transalpinos intentan jugar más. El eje de la medular es juventina: Pirlo-Marchisio. Cerebro, pausa y llegada. Con buenos delanteros, como de costumbre: Matri, Pazzini, Rossi (si llega a tiempo), Di Natale… El cojunto azzurro busca redimirse del fiasco mundialista.
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Al parecer, Philippe Montanier estaba en la calle con el 2-2. La Real necesita una excusa numérica para destituírle, y el resultado postrero invitaba a ello, pero Iñigo Martínez lo paró todo: el sentido, el tiempo… Disparando aún más la confusión. Un tema muy delicado. De consecuencias impredecibles, cualquiera que sea la decisión. Al final de la contienda, el presidente Jokin Aperribay cuestionaba la gestión de los partidos; pero, “en caliente no es oportuno tomar decisiones”, añadió. El hombre que lidera la institución desde la planta noble discute la gestión del entrenador que eligió en nombre del Consejo y su director deportivo; hablando por boca, quizá, de Lorenzo Juarros. Se colocan vendas para justificar un fichaje que interpretan hueco cuando se trata de competir, porque “estamos contentos con el trabajo que se está haciendo en Zubieta”, dice. Se trata de que el agua no llegue a la planta de arriba. ¿Y los jugadores cómo van a creer en el entrenador, cuando todo está encaminado a la destitución?
Full StoryEl modelo no se discute. El trabajo de formación, y su culminación con la llegada de jugadores al primer equipo, es la esencia de esta institución, su filosofía de base. Lo que más daño hace a un club tan especial es su falta de definición y coherencia en la secuencia de técnicos que llegan para elevar el nivel competitivo del equipo y dotarle de forma. ¿Qué forma? El fondo (filosofía, jugadores…) es conocido, pero tiene una forma reconocible la Real? Hablamos de cultura de juego. ¿Qué se busca en cada momento?
Full StoryOtros preparan la próxima jornada, con la histeria en los talones. Al iniciar un nuevo ciclo siempre se habla de proyectos, con palabras de mucho calado: nuevas metodologías, etc. De repente escuchas a alguien decir que los proyectos no existen en el fútbol; que sólo cuenta el resultado. Es cierto que a Alex Ferguson estuvieron cerca de destituírle en el Manchester United, pero al cuarto o quinto año, por falta de títulos, cuando el club llevaba casi tres décadas sin ganar una liga; Arrigo Sacchi tampoco lo tuvo fácil en sus inicios como entrenador del Milan. Cuando el Español (con ñ, en aquellos años) lo elimina de la UEFA en la temporada 1987/88, el técnico quedó muy tocado, y como venía del modesto Parma la gente dudaba aún más de sus capacidades. O el match-ball que salva Rafa Benítez en Montjuic siendo entrenador del Valencia. El conjunto ché perdía por 2-0 el día del ultimátum al técnico madrileño. En un arranque de rabia su equipo le da la vuelta al partido y termina imponiéndose por 2-3. Después llegarían dos títulos de Liga y una Copa de la UEFA. Proyectos supeditados al resultado. Nunca se sabe qué es lo que va a deparar una decisión drástica. Tomar decisiones es lo más difícil, por las dudas e incertidumbres. Pero en cualquier circunstancia de la vida hay que decidir: seguir confiando o dar un golpe de timón.
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Llegó al Manchester United el 6 de noviembre de 1986. Y un cuarto de siglo después la tribuna principal de Old Trafford lleva su nombre. Es Alex Ferguson, mánager escocés, alma mater de los red devils. Sucesor con mayúsculas de la mejor tradición scottish en los banquillos de Inglaterra: Matt Busby, Bill Shankly y Alex Ferguson… Luego llegaron Kenny Dalglish y Paul Lambert, entre otros. Escocia presente en los banquillos: Scottish etiqueta negra.
Ferguson asomó por primera vez con el Aberdeen. El diminuto Gordon Strachan era su extensión en el campo. Juntos derrotaron al Real Madrid en la final de la Recopa en 1983. De rojo a rojo: el entrenador se hizo cargo del Manchester United en pleno desierto. Llevaba 27 años sin ganar la liga. Con Ferguson ha conquistado 12 campeonatos en 25 años; dos Copas de Europa, una Recopa… Así hasta que la hinchada desplegó una gran pancarta ayer en casa ante el Sunderland: “Un sueño imposible… 25 años con Alex Ferguson… El sueño hecho realidad”. Desde los tiempos del Capitán Maravillas, Bryan Robson, pasando por el Rey Midas Eric Cantona, sus ilustres canteranos (Giggs, Scholes, Beckham, Neville brother’s, Butt…), hasta el diablo Wayne Rooney. Alex Ferguson cambió el rumbo de la historia. Pero su equipo no vive un buen momento. Tiene el eje oxidado. Que Rooney juegue de medio centro habla de la necesidad de reforzar la zona. Con ese parche merma al mejor futbolista de su equipo.
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Hace varias jornadas, la Real llegaba sin perder al Sánchez Pizjuán. Contuvo a su rival en la primera parte (0-0), sin emitir señal alguna en la otra portería, y alguien dijo, “nada tiene que ver con la pasada temporada. Trabajan a bloque, sin fisuras. Ofrecen más seguridad”. Pero se olvidaba del principal argumento: el balón.
Hace poco, Johann Cruyff comentaba que el fútbol es un juego de fallos. Evidentemente, quien más cartas tenga en sus manos más argumentos ostenta. Rara vez contará con mayor número ases en la manga aquél que ofrece más ventaja al adversario: balón, espacio, tiempo… Hasta que apareció el genio de la lámpara: Frédéric Kanoute. Su gol desatascó un partido áspero, donde la Real sólo tenía un plan: no encajar.
Comenzó la temporada con una idea básica: defensa de cuatro, un medio centro de referencia, dos interiores, otros dos abiertos en la línea exterior y un punta. Asier Illarramendi ha sido la principal novedad en el centro del campo realista, por dinamismo, desparpajo, y salida limpia. En Sevilla estuvo más tiempo en el banco que en el campo, pero el principal problema sobre un papel (los malos resultados) persistió estando él sobre el campo (Mallorca, Athletic). Luego, hay un problema de contexto.
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Claudio Bravodebutó en Mallorca hace unas cuantas temporadas. Semanas atrás le recordaban aquel afortunado estreno, con los palos como generosos aliados. Los postes y el travesaño también juegan. Esta temporada los palos le han dado la espalda en Mallorca, evitando un resultado mejor. Fue un garrotazo seco, vista la posterior trayectoria de la Real en la Liga. Un golpe de tal calibre, que terminó por desconfigurar al conjunto txuri-urdin.
Posteriormente, Athletic, Zaragoza, Getafe y Levante le han propinado cuatro palos. Exceptuando el choque ante el Getafe en Anoeta (0-0), la Real, para puntuar en cuatro de los últimos cinco partidos, habría necesitado marcar, al menos, dos o tres goles en cada uno de ellos. Una exigencia demasiado grande para un equipo desorientado.
Ante el Athletic, la Real anduvo por debajo en juego, pero el poste evitó que Griezmann adelantara a los suyos. En Zaragoza, el palo se lo autopropinó el conjunto txuri urdin en la cabeza, para salir aturdido al campo. El larguero escupió un derechazo de Pedro León el pasado domingo en el minuto 90. Y en el Ciutat de Valencia, ante un líder sobredimensionado por su autoestima, los palos fueron varios: el más cruel, un zurdazo de Rubén Suárez al fondo de las mallas en el tiempo añadido con Bravo clavado como una estaca.
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El rey Midas:
Llevamos tiempo admirando su juego natural: un afluente de fútbol. Es diminuto, siempre cobra ventaja en la pausa y limpia la jugada con la mirada. Otros rematan la faena y él vuelve a empezar. Así hasta la victoria. Le conocimos en Eibar, siendo un juvenil. José Luis Mendilibar le enseñó el punto de partida. Gaizka y Moisés le cubrían las espaldas; Kike, Patxi, Iñigo y Joseba buscaban el desmarque, y todos disfrutaban. Disfrutaban de David Silva, futbolista de cómic real. Dzeko, Kun, Balotelli, Tévez… el mago de Arguineguin se anticipa. Es el primero de la clase, sin rechistar. Dibuja diagonales, explora zonas inexistentes, y adelanta pases indetectables.
Ayer plasmó sobre el más exigente de los escenarios en Inglaterra todo el repertorio que viene desplegando desde el inicio de temporada, desde sus tiempos en Ipurua. Fue el detonante de todo. La enésima lección de fútbol: Manchester United 1 – Manchester City 6. Silva, el origen de todo… lo bueno.
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El cuarto penalti de Portugal era para Hélder Postiga, un delantero que había emigrado al Tottenham, procedente del Oporto. Totalizaba dos goles en toda la temporada. Habiendo fallado su lanzamiento Rui Costa, con las gradas del campo del Benfica impregnadas de pavor, a Postiga no se le ocurrió otra cosa que homenajear al gran Antonin Panenka. Lanzó el penalti al estilo que convirtió en mito al futbolista de la antigua Checoslovaquia. Postiga, simplemente Postiga.
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